¡PRESTEN ATENCIÓN A LO QUE OYEN!

27.01.2022

Evangelio según San Marcos 4,21-25.

Jesús les decía: "¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero?
Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse.
¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!".
Y les decía: "¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía.
Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene".

San Gregorio de Nisa (c. 335-395)

¡Atención a lo que escuchan!

El Libro de los Proverbios pide al discípulo de la Sabiduría ponerse a la escuela de la abeja. Dice a los amantes de la Sabiduría: Ve hacia la abeja y mira cómo ella es laboriosa y qué respeto aporta a su trabajo. Reyes y otras personas, por su salud, utilizan sus productos. Además es buscada y estimada por todos. Aún disminuida de fuerzas, ama la sabiduría y por eso es propuesta como ejemplo de vida a las personas virtuosas. "Fíjate en ella, observa sus costumbres y aprende a ser sabio" (cf. Pr 6,6-8). Este texto aconseja no descuidar ninguna enseñanza divina sino sobrevolar el prado de palabras inspiradas, en vista de la adquisición de la Sabiduría. 

De igual forma, hay que modelar en uno mismo celdas de cera y depositar el producto del trabajo en el corazón, como en una colmena. Y construir en la memoria cofres impermeables para guardar las distintas enseñanzas, como si fueran alvéolos en la cera. Así, imitando a la sabia abeja, de la que la cera es dulce y el dardo no hiere, nos aplicaremos sin pausa al augusto trabajo de las virtudes. El ganar los bienes eternos con las penas de acá abajo y dispensar las propias penas por los reyes y otras personas, en vista de la salvación de sus almas, es todo un trabajo. El alma que lo realiza es buscada por su Esposo y estimada por los ángeles. Al amar a la Sabiduría, ella tiene fuerza en la debilidad. Estos son ejemplos de ciencia y amor al trabajo que nos aporta la industriosa abeja. Asimismo, la repartición de divinos carismas espirituales se hace en proporción al celo aportado al trabajo.