"EL CAMINO NO ES AGRANDARNOS SINO HACERNOS SERVIDORES HUMILDES"

29.03.2024

El Obispo Diocesano presidió la Misa de la Cena del Señor en la Catedral, junto a los padres César y Santiago, el diácono Alejandro y el seminarista Nicolás. 

Compartimos la homilía de Santiago y algunas imágenes del inicio del Triduo Pascual en la sede episcopal.

Hoy nos encontramos ante dos relatos, dos relatos que son solo uno, el de la Paz. Hoy nos reunimos aquí para celebrar, no solo, la alegría del Señor que se da en cuerpo y sangre, sino también la alegría de compartir una misma fe, de creer en un Dios que nos ama, hasta el punto de derramar su sangre por nosotros. Hoy nos hemos unido también para aprender de él, de aprender de Dios, de nuestro Señor Jesucristo, quien se hace servidor, porque el gesto de lavar los pies era propio de sirvientes en aquella época.

Nos enseña a ser sencillos, humildes, nos enseña que el camino que Dios quiere no es el de agrandarnos, ni de ser, ni de crearnos mejores que al resto, sino que al contrario, el de reconocernos quiénes somos ante Dios como Dios nos reconoce a nosotros, y es de esa humildad, de esa sencillez, el servir dentro de las posibilidades que cada uno tiene. 

Por eso también hoy nos hemos unido aquí para aprender más el amor de Dios, para aprender más de este Dios que nos ha salvado y nos ha sanado, un Dios que se hace humilde, sencillo, y desde esta experiencia de humildad y sencillez podemos decir con propiedad lo que el salmista decía, "con que pagaría el Señor todo el bien que me ha hecho". 

Miremos nuestra propia vida, ¿acaso podemos decir con total certeza con que pagaría el Señor todo el bien que me ha hecho? Me ha dado una familia, me ha dado un trabajo, me ha dado vecinos, pero me ha dado gente en mi alrededor por la cual yo me preocupo y ellos se preocupan por mí.

El Señor nos ha dado todo, nos ha dado Su cuerpo y Su sangre, un misterio de amor que solo lo podemos ver con los ojos de la fe. Dentro de un momento el Señor se hace presente en cuerpo y sangre a través del pan del vino. Dentro un momento el cordero se hará presente en el altar para derramar Su sangre con nosotros en anticipo de Su luz, un anticipo de Su pasión, un anticipo de la pasión que ya viene y que nosotros hemos venido acompañando por 40 días.

Quizás, entre nosotros, aún haya un camino de conversión necesario. Quizás no tengamos que marcar las paredes ni las ventanas de nuestras casas con sangre de cordero, porque el cordero ya se ha entregado por nosotros para salvarnos. Que el Señor nos siga acompañando o mejor dicho, que nosotros dejemos que el Señor nos siga acompañando cada día.

Que en esta noche donde el Señor va a derramar Su sangre en el altar nos haga cada vez más fieles a Su amor y ser más fieles significa ser mejores servidores, no por resaltar, sino por ser servidores del amor de Dios que salva. Ser ejemplos de este amor siguiendo el ejemplo del Maestro que el Señor nos siga guiando en esta semana Santa para entregar con Él nuestro cuerpo y nuestra sangre en el amor.