MONS. MARTÍN: "¿CREEN EN LA RESURRECCIÓN?"

27.03.2023

Compartimos la homilía de Mons. Martín en el quinto Domingo de Cuaresma:

Tres evangelios nos han acompañado en estos domingos. El de la samaritana donde Jesús mira la sed de esa mujer y le despierta aquellas sedes que de alguna manera ella no había tenido en cuenta hacia ese momento. Luego tenemos el Evangelio del ciego donde Jesús nuevamente devuelve la vista a nuestras cegueras, a nuestra manera de mirar este mundo para mirarlos con una mirada que es la mirada de Dios. Nuestras cegueras, aquellos que nos impiden ver lo que tenemos que ver. Y hoy sale Jesús nuevamente a esta otra herida del ser humano que es la muerte, lo último que él tiene que vencer.

¿Ustedes creen en la Resurrección? ¿Están seguros? ¿todos creen? Les pregunto porque hay cristianos que no creen en la resurrección. Si no creyéramos en la resurrección nuestra fe sería vaga, indudablemente, pero si estamos acá pienso que creemos en la resurrección. Ahora uno se pregunta, ¿y qué nos aporta a nosotros, en nuestra vida, creer en la Resurrección? ¿Cuál es el sentido de este signo que Jesús hace en la vida de esta familia que Él amaba? ¿Qué nos está diciendo? ¿Cuál es el mensaje de este Evangelio para nosotros?

Y yo creo que lo primero de todo es que Dios se está presentando como realmente es, que es el Dios de la vida. En Lázaro estamos representados todos nosotros y nos está diciendo a todos nosotros, Lázaro, Martín, Marita: "Sal fuera, tú estás llamado a la vida, ponete en pie", ese es el gran mensaje de este Evangelio, el Dios en quien creemos y da sentido a la vida, por Él hemos sido creados para la vida, no para la muerte. Y Jesús se presenta como el dueño de la vida, aquel que da la vida de tantas maneras

"Lázaro, sal fuera". "Camina" Esa es la postura de resucitado, la postura de pie. Por eso cuando venimos a recibir la comunión venimos como peregrinos. ¿Cómo lo hacemos? Lo hacemos de pie, venimos caminando, somos peregrinos en este mundo, que caminamos hacia el encuentro del Señor. Pero tenemos la certeza de que somos un pueblo de resucitados, un pueblo de llamados a la vida, por eso venimos de pie, caminamos hacia el encuentro del Señor porque la postura de resucitado, de aquel que cree en que la vida supera la muerte es estar de pie. Por eso cuando nosotros venimos a comulgar y venimos de pie, estamos diciendo "yo soy resucitado, creo que estoy llamado a la vida, por eso estoy de pie Señor ante ti que eres el dueño de la vida, sos el dueño de la vida, la fuente de la vida, vengo a buscarte, tú que estás vivo y me vas a recibir a mí y te vas a hacer uno a mí." Vengo yo a buscar, por eso son importantes también los signos y las posturas de nuestra vida, nos vivimos caminando como peregrinos, necesitados de Jesús, pero al mismo tiempo con esta postura acordarte que sos resucitado, no?

No andes por la vida agachado, no andes por la vida arrastrándote esclavo de tantas cosas. Estás llamado a la vida, ponete de pie, creo que también necesitaría el grito de este evangelio para todos nosotros "sáquenle las ataduras, lanzalo, sal afuera, saquenle todas las vendas". Dejar de lado todo aquello que te ata, aquello que no te deja de ser libre, porque estás llamado a la vida, estás llamado a no ser esclavo, estás llamado a ser libre.

Yo creo que el gran mensaje de este Evangelio es saber que estamos llamados para la vida. Cuando uno se siente llamado a la vida y que seguimos a un Dios que es vida, uno actúa según lo que cree. ¿Y qué repercute esta convicción en nuestra vida? ¿Cómo hacemos vida esta creencia, esta fe que estamos llamados para la vida? Yo creo que el cristiano tiene que ser un hombre de esperanza. Está en su misma esencia ser un hombre de esperanza, no un hombre pesimista, un hombre que sabe que la vida puede resurgir ahí de lo peor, de lo que parecía que no tenía vuelta.

Yo recordaba en estos días del tiempo de sequía que habíamos estado viviendo, todo color tierra, espantoso, que uno decía, y acá qué puede llegar a nacer. Vinieron tres días de lluvias, y uno empieza a ver los brotes que empiezan a surgir aquí y allá. Los brotes de vida, esto que parecía muerto está renaciendo. Yo creo que si comparamos eso con la fuerza de la resurrección de esta vida nueva, es así, donde hay desesperanza brota la esperanza, donde todo parecía muerto, aparece la vida y así es un cristiano, el cristiano nunca dice hasta aquí llegó esta situación, hasta aquí llegó esta persona, sino que siempre apuesta a que aquello que parecía que ya terminaba, ahí surge aquello que no sabemos cómo, pero surge la vida. Entonces el cristiano es el que anda por el mundo con esa esperanza, con esa certeza que este es Dios en el cual creemos y que está vivo, Jesucristo que está vivo, puede sacar del mal el bien, de aquello que parece que ya no tiene vuelta, tanto a veces que decimos que esta persona no tiene poco menos que redención ya, y el cristiano que piensa así es porque no cree en la resurrección ni en la fuerza de la resurrección. Ese es un dinamismo que ha penetrado en nuestro mundo el dinamismo de la muerte a la vida y nosotros somos instrumentos de ese dinamismo, de esa muerte y vida. Somos aquellos que sabemos que de lo que está mal, siempre damos una oportunidad porque Dios nos da esa oportunidad a nosotros y nosotros también sabemos que de esta situación, que a veces nos desborda, puede y va a surgir la vida.

De repente no la vemos nosotros, de repente otros disfrutan de aquello que hemos sembrado. No importa, nosotros somos lo que apostamos permanentemente a la Vida. Hay momentos y verdades de nuestra vida que nos desconsuelan, hay cosas que decimos, estos cambios que hace mil años que nos estamos esperando y seguimos esperando y no pasa nada, a veces nos dan ganas de bajar los brazos y aquellos cambios que esperamos no llegan nunca. Todas estas cosas a veces nos desbordan y nos viene como esa tentación de largar todo. 

El cristiano que sabe de la vida, que tiene en sí el Espíritu, que sabe que hay que pedirle al Espíritu cuando tenemos esos momentos, pedirle fuerza, sabe que la vida en cualquier momento puede volver a surgir y apuesta por eso y nunca se entrega. El cristiano siempre es optimista, por naturaleza, realista también, porque para ser libre hay que sacarse las ataduras, para ser libre y tener vida hay que caminar con dignidad y entonces, hasta que el mundo no apueste por la dignidad de todos, el mundo extraviado y abusando unos de otros, esto va a seguir así.

Pero eso no es lo que detiene a un cristiano.

El cristiano está cierto y seguro de que lo bueno va a triunfar sobre lo malo. ¿Por qué? Porque Él nos está mostrando que lo hizo y que tiene el poder para hacerlo. No solamente en la resurrección final y en la otra vida, sino que ya en ésta podemos ir teniendo esos reflejos de vida nueva. Dice Pablo, revístanse de lo nuevo, dejen lo viejo de lado. Búsquenme, si ustedes están llamados para la vida. Creo que esa es la gran invitación de este día, ya tocando la Semana Santa, donde vamos a celebrar la muerte y la resurrección de Jesús, estamos caminando hacia el Dios de la vida.

No nos entreguemos ante el poder del mal, sino que venzamos el mal con el bien. Camina con nosotros Aquel que tiene el poder de hacer nuevas todas las cosas.