NO HUBO NINGÚN "ME GUSTA" Y CASI NINGÚN "SEGUIDOR" EN LA CRUZ

02.08.2023

79. El atractivo de la fe alcanza a las personas allí donde están y tal como están, en el aquí y ahora. Jesús pasó de ser un desconocido carpintero de Nazaret a ganar rápidamente popularidad en toda la región de Galilea. Mirando con compasión a la gente, que era como un rebaño sin pastor, Jesús proclamó el Reino de Dios curando a los enfermos y enseñando a las multitudes. Para obtener el máximo "alcance", a menudo hablaba a la muchedumbre desde una montaña o desde una barca. Para promover la "participación" de algunos de los suyos, eligió a doce y a ellos les explicó todo. Pero luego, en la cúspide de su "éxito", se retiraba inesperadamente en soledad con el Padre. Pidió a sus discípulos que hicieran lo mismo: cuando le relataron el éxito de sus misiones, les invitó a que fueran a un lugar apartado para descansar y rezar. Y cuando discutieron sobre quién de ellos era el más grande, les anunció su futuro sufrimiento en la cruz. Su objetivo -ellos lo comprenderían más tarde- no fue incrementar su público, sino revelar el amor del Padre para que las personas, todas las personas, tuvieran vida y la tuvieran en abundancia (cfr. Jn 10,10).

Siguiendo las huellas de Jesús, para nosotros debe ser una prioridad el reservar un espacio suficiente para el diálogo personal con el Padre y para permanecer en sintonía con el Espíritu Santo, que nos recordará siempre que en la Cruz todo cambió. ¡No hubo ningún "me gusta" y casi ningún "seguidor" en el momento de la mayor manifestación de la gloria de Dios! Cualquier medida humana del "éxito" queda relativizada por la lógica del Evangelio.