VIDA CONTEMPLATIVA EN FLORIDA: EL TESTIMONIO DE LA HERMANA PAULA

17.03.2022

A pocos días de su profesión solemne entrevistamos a la Hermana Paula, carmelita, que nos contó su experiencia de Dios y el sentido de la vida contemplativa en nuestros tiempos. Compartimos la entrevista y sabemos que tenemos un signo de la presencia de Dios, vivo, verdadero y que llama, a pocos minutos de la ciudad.

La primera vez que vine al monasterio tenía 12 años, vine con mi familia a traer a una joven que venía a ser su experiencia aquí. Vinieron todas mis hermanas, pero las monjas dicen que aunque yo era chica, me miraban y decían: "ésta va a ser Carmelita". Quizás porque observaba el lugar de una forma particular. Fue en ese año que empezó a aparecer en mí la pregunta ¿por qué no monja?. Pregunta que me hacía desde mí, como opción de vida sin más, y sin darle mucha importancia. Fue con el tiempo que entendí que tal inquitud no brotaba de mí. Era el Señor que me llamaba y a su modo, despacio, me iba conduciendo a El. Mi vínculo con el Carmelo fue creciendo, y a los 15 años elegí a una de las hermanas de este monasterio para madrina de confirmación. Comencé a venir más seguido, y cada vez me costaba más irme. Aunque la excusa en casa era ir a visitar a mi madrina, yo venía porque algo aquí me atraía; Jesús me estaba llamando al Carmelo. Todo se dio muy suave y con mucho tiempo de digestión. Resistencias sí, porque en mi cabeza habia otra idea. Pero que cesaban ante la experiencia de paz al dejar de luchar y ponerme en Sus manos. A los 16,17 años tuve la certeza de que quería ingresar pero tuve que esperar a terminar el liceo. Así que cuando termine en noviembre el liceo, en el mes de enero del 2015 ingresé. La vocación es la experiencia de una certeza qué es sin razón, es porque Él la puso en ti. 

Hay una revalorización de la vida contemplativa en Europa. La clausura está atrayendo gente joven.

En el Carmelo en Europa no tanto; allí hoy hay muy pocas vocaciones jovenes. Está resurgiendo en otros lados. Acá en Florida sí que hay movimiento vocacional, y en Paraguay (con quienes estamos asociadas), también.

¿Qué hay en la vida contemplativa?, ¿qué le dice este monasterio a esa ciudad que tiene ahí a los pies?

Nuestra vida es como un grito, pero un grito desde el silencio, de que hay algo más. La gente viene acá y le siente al Señor, y no porque seamos "especiales", porque bien nos conocemos nuestro barro, nuestras limitaciones, lo que somos. Sino porque nuestra vida les habla de lo que ellos mismos ya llevan dentro, el ahelo por un relación con ese Dios Amor que nos habita, la necesidad de trasendencia que todos llevamos impresa desde que nacemos. La gran mayoría de las personas de hoy viven en la superficie, viven empujados por la rapidez del mundo. El silencio, la oración, la simplicidad de nuestra vida, habla al mundo de un Dios que se manifiesta en lo pequeño, en el silencio del corazón, en la hermana que tengo cada día a mi lado, en lo sencillo y cotidiano. Habla de que hay un Dios que te habita, y para bien encontrate con El, no necesitás ruido, ni grandes cosas, sino solo ir al interior. La gente tiene sed de eso porque lo lleva dentro. Nuestra vida solo lo toca y desde ahí moviliza mucho.

El padre Juan José decía que "la espiritualidad del Carmelo es la intimidad con Cristo", de tu día un altísimo porcentaje es la oración personal y comunitaria ¿verdad?

Cuando el padre Juan José hablaba que nuestra vida de carmelita es la intimidad con Cristo, se refería a que toda nuestra vida es la intimidad con Cristo no solo en los momentos puntuales de oración. No es una vida que tiene momentos de oración, sino que es una vida orante, es un encuentro con Él constante. En palabras de Santa Teresa "entre los pucheros anda el Señor". Y sobre todo para nosotros es muy fuerte el tema de la fraternidad, Dios está en el encuentro con la hermana. Para Santa Teresa, que es nuestra fundadora, el encuentro con el Señor y la encuentro con la hermana están estrechamente unidos. Tiene que haber comunión con Dios y con el hermano, y eso tiene que hacerse carne, tiene que hacerse vida. Un signo de que eso es así en nuestra vida es que tenemos dos horas de oración personal en silencio y dos horas de recreación, de espacios de estar juntas. 

¿Cómo es la cuaresma en el Carmelo?

Nuestra vida ya es una vida retirada. Y retirada como medio para crear espacio para el encuentro con El, para estar más atentas a lo interior, a acoger al Señor y sus manifestaciones constantes. Y en cuaresma lo que hacemos es que cuidamos más todo eso, incrementamos retiro preparándonos para volver a sumergirnos el misterio Pascual.

A esta reja llega mucha gente, ¿qué trae esa gente que llega a esta reja?

Primero decir que éste es un lugar de acogida, de escucha, de retiro, de encuentro con el Señor. Las gente que viene aquí trae lo que vive, sus cansancios, sus cruces, sus dificultades, así como sus alegrías para que nos unamos en acción de gracias al Señor. No faltan los que traen "curiosidad". Nuestra vida les resulta un tanto loca, y se acercan para conocerla. Pero sobre todo hay quienes vienen con dudas, crisis, con cuestionamientos de fe, con deseos de profundizar la relación con el Señor, y buscan que se les hable desde la experiencia, que se les de un emujón para caminar hacia el interior. Hay mucha sed de algo más.

Una cosa muy importante es que la razón de ser de cada minuto de nuestra vida es la gente que está afuera. Nuestro ser orantes es con y para cada hijo de Dios. Es porque soy tan barro como el resto de mis hermanos los hombres que la oración no es solo por ellos, sino unida a ellos. La reja a la que llegan tantos no es signo de separación. Todo lo contrario. Desde lo que somos vivimos unidas a las personas (muchas con rostros y nombres concretos) con sus dolores y alegrías, compartiendo la misma necesidad de Dios que tenemos todos. Yo rezo y digo: Señor tengo el mismo anhelo de Dios que cada hombre, aunque éste no lo sepa.

En la liturgia de la profesión pides al Señor y a la Iglesia poder perseverar hasta la muerte en el servicio de Cristo en el seno de esta familia teresiana. Perseverar hasta la muerte en este lugar, en el servicio y en esta familia, es un compromiso fuerte.

Cuando vas caminando te das cada vez más cuenta que la fuerza para poder perseverar no viene de ti, que por tu propia fuerza no puedes vivir esta vida, y que es Él, el que es verdaderamente fiel, el que te va a sostener. Como afirma la primera lectura que elegí para la profesión: "no vas a ser confundido, no te vas a avergonzar", es decir "voy a hacer contigo lo que te estoy diciendo, no te voy a engañar, no te voy a defraudar, tu sí lo voy a sostener y voy a hacer algo grande con eso". Pero no viene de mí, es la certeza de que el Señor lo hace, de que estoy en Sus manos. 

Si hubiera alguien que siente que Dios lo llama qué le dirías tú a un chico una chica que se siente llamado por Dios

Lo primero que le diría es que vale la pena entregarse y dar la vida, ¡uno recibe tanto!, ¡es tanto el amor del Señor que se experimenta en la vida!. Yo le compartía a las Hermanas el día antes de profesar: siento que mi vida es el testimonio callado de lo que el Señor ha hecho conmigo. A veces quisiera decirle a las personas: ¡miren lo que hizo conmigo!, y que puedan entrar en mi interior y lo sepan. Y no, el Señor hace grandes cosas en cada uno y a traves de cada uno, y son para el mundo un anuncio silencioso. Que aunque desde la lógica humana no lo creamos ¡grita más fuerte que muchas otras voces, que tantas predicaciones!

Lo segundo es que cuando el Señor te está llamando a algo más, lo anterior te incomoda. Por ejemplo, estás muy bien con tu oración, con tu apostolado, con tus grupos. Y de pronto sientes que debe haber algo más; que El reclama de ti, y que se te hace necesario, otro tipo de intimidad; que en ti hay deseos que sabés te pueden "complicar" la vida. Cuando realmente es vocación tu vida anterior ya no te sacia, y solo podrás encontrar la paz y respirar hondo cuando te pones en Sus manos y abadonada te atreves a lanzarte a lo que parece incierto pero que es capaz de llenar el más hondo anhelo.

Y lo tercero es que siempre habrá contradicciones, interiores, las propias las del corazón, y de afuera, pero si es el Señor quién llama Él da lo necesario para poderlas atravesar. El Señor nunca pide algo que no te dé la fuerza o la capacidad para responder. Si no tienes la capacidad para responder es que no hay vocación. De hecho no existe aquello de: "esta chica tiene vocación pero no la puede vivir". Es un criterio de discernimiento: si vos no podés vivir la fraternidad, no puedes vivir los tiempos de oración, es que no tenés vocación. Si la cosa viene de Dios, si es El quien llama, el que atrae, El te da la fuerza y la capacidad para responder. Así como el empuje para lanzarte.