EL OBISPO: MARÍA ES EL SIGNO DE LA NUEVA CREACIÓN

La comunidad de 25 de Mayo celebró la Solemnidad de la Inmaculada Concepción con una procesión y el rezo del Rosario, que culminaron en la parroquia donde Mons. Martín presidió la Eucaristía. En su homilía, el Obispo invitó a mirar a María como obra nueva de Dios y a preparar el corazón en este tiempo de Adviento.
La Solemnidad de la Inmaculada Concepción es una fiesta mariana que ilumina el camino del Adviento. Caminando como Iglesia peregrina y rezando el Santo Rosario, la comunidad manifestó su amor a la Virgen y su deseo de estar abierta a la voluntad de Dios para hacer su voluntad.
La Eucaristía fue presidida por el Obispo, acompañado del P. Andrés (encargado de la parroquia) y los Padres Francisco y Juan. Durante la homilía, Mons. Martín recordó que el ser humano fue creado para vivir en plena comunión con Dios, consigo mismo y con los demás, en una armonía que el pecado quebró. Dios, sin embargo, no dejó de salir al encuentro de su pueblo y preparó, en la historia, un proyecto de salvación que se cumple plenamente en Jesucristo.
En esta obra de Dios —expresó el Obispo— María ocupa un lugar único: "En ella no existió aquello que separa de Dios". Su concepción inmaculada no es un privilegio aislado, sino signo de la nueva creación que Dios quiere realizar en toda la humanidad. En María vemos lo que Dios sueña para cada uno: una vida abierta a su gracia, capaz de responder con libertad y de vivir en relación profunda con Él.
Mons. Martín subrayó dos rasgos de la fe de María: su vida diaria, donde la fe se expresa en gestos concretos y constantes, aun en medio de las dificultades, y su libertad, que no se pierde al decir "sí" a Dios, sino que se plenifica en el amor y en el servicio.
Al mirar a la Virgen —dijo— se nos invita también a revisar el propio corazón, agradecer lo que Dios hace, dejar atrás aquello que oscurece la vida y disponernos a recibir al Señor que viene. El tiempo de Adviento es, para cada cristiano, un llamado a "abrir la razón y la vida para aceptar la salvación que Dios ofrece".
La celebración concluyó con la gratitud de la comunidad por el camino compartido y por la presencia maternal de María, modelo de fe y discípula que acompaña a la Iglesia en su espera del Señor.
