Jóvenes comunicadores de la fe, peregrinos del mundo digital en Roma

Quince profesionales de la comunicación se reunieron del 12 al 19 de septiembre en la Ciudad Eterna para participar en una semana de inmersión del programa Faith Communication in the Digital World, explorando nuevas formas de evangelizar.
Sebastián Sansón Ferrari - Ciudad del Vaticano
Un grupo de 15 jóvenes comunicadores de distintas partes del mundo se encontró en Roma para vivir una intensa "semana residencial" de la quinta edición del programa Faith Communication in the Digital World, una propuesta formativa del Dicasterio para la Comunicación. Del 12 al 19 de septiembre de 2025, los participantes compartieron una experiencia única de aprendizaje práctico e intercambio sinodal.
Procedentes de 11 países —Kenia, Nigeria, Canadá, Filipinas, Palestina, Polonia, Croacia, Italia, India, Uruguay y Estados Unidos—, los jóvenes forman parte de un proyecto que comenzó en mayo de 2025 y que se extenderá hasta marzo de 2026. Este programa combina encuentros semanales por Zoom y trabajos en equipo, con el propósito de brindar herramientas para comunicar la fe en el entorno digital. Durante este itinerario, entre los contenidos propuestos, los comunicadores estudiaron la reflexión pastoral "Hacia una plena presencia" sobre la interacción en redes sociales y la instrucción pastoral Communio et Progressio, preparada por mandato especial del Concilio Vaticano II.
Además de promover buenas prácticas de formación espiritual, la iniciativa busca inspirar nuevas formas de evangelización, fomentar el intercambio de talentos en contextos donde la Iglesia enfrenta desafíos y comprender cómo las nuevas generaciones se relacionan con los medios digitales. Como parte del itinerario, los participantes desarrollarán proyectos de comunicación para tres instituciones católicas.
La semana en Roma fue un espacio de escucha mutua, formación y aplicación concreta. Los jóvenes siguieron un cronograma enriquecedor de actividades: acudieron a la Audiencia General del miércoles 17 de septiembre con el Santo Padre, al final de la cual tuvieron la ocasión de saludarlo, visitaron las cuatro basílicas papales, la Necrópolis vaticana y las instalaciones del Dicasterio para la Comunicación y los medios de la Santa Sede, así como el museo de Radio Vaticana. Incluso concurrieron a la santa misa en la Basílica de San Clemente, presidida por Monseñor Lucio Adrián Ruiz, secretario del Dicasterio, y se reunieron con el Prefecto, Dr. Paolo Ruffini.
También tuvieron sesiones de reflexión, lideradas por Nataša Govekar, directora de la sección teológico-pastoral del Dicasterio. Estas sesiones buscaban comprender la teología de la comunicación, apoyándose en la Palabra de Dios y el arte sacro como herramientas privilegiadas de expresión. A partir de preguntas disparadoras, se promovieron espacios de una hora para la oración personal, en los que luego se invitaba a los participantes a exponer sus comentarios al resto del grupo.
A su vez, aprovechando la concomitancia de la semana residencial con el Jubileo de la Consolación, asistieron a la vigilia de oración presidida por el Papa León XIV en la Basílica de San Pedro.
Dos de ellos, Miral Atik y Rachel Wong, compartieron sus vivencias.
Para Miral Atik, gestora de medios del Patriarcado Latino de Jerusalén, la semana fue un viaje lleno de emociones. Reconoció que al principio se sintió "un poco incómoda, porque pensaba que me iba en el momento equivocado". Sin embargo, pronto descubrió un nuevo horizonte: "Esta experiencia me dio la esperanza de que algunas acciones que emprendemos hoy, aunque parezcan pequeñas, pueden dar fruto a largo plazo". Con un "corazón abierto para escuchar y aprender", subrayó la importancia de un compromiso personal: "Para mí, ser comunicadora no es solo un trabajo, es una vocación, una forma de vida en mi tierra".

Por su parte, Rachel Wong, de la Arquidiócesis de Vancouver (Canadá), reflexionó sobre el valor de la fraternidad en un mundo marcado por divisiones. Inspirada por un momento de oración con el Papa, señaló que, pese a las cargas personales, "la fraternidad puede ofrecerse incluso a los no cristianos con los que convivo. Porque, al final, todos necesitamos ser consolados". En su testimonio, resaltó la urgencia de "disolver la amargura y el odio" que separan a las personas, un camino que, aseguró, solo es posible a través del amor.
Esta iniciativa representa un paso concreto del Dicasterio para la Comunicación en la misión de la Iglesia del siglo XXI: asumir la tecnología no solo como herramienta, sino como terreno fértil para la evangelización y la construcción de comunión.