JUAN EL BAUTISTA: UN HOMBRE DEL DESIERTO

Juan es un hombre del desierto, el último de todos los profetas antiguos. Pretende desinstalar al pueblo, llevarlo al desierto, lugar simbólico del encuentro con Dios, para que el Mesías pueda emprender la Pascua. Juan es un hombre fiel, sensible y exigente. Como todo profeta, también Juan sufre el martirio.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Y al celebrar hoy la gloria de Juan el Bautista, precursor de tu Hijo
y el mayor de los nacidos de mujer,
proclamamos tu grandeza.
Porque él saltó de alegría en el vientre de su madre,
al llegar el Salvador de los hombres,
y su nacimiento fue motivo de gozo para muchos.
Él fue escogido entre los profetas para mostrar a las gentes
el Cordero que quita el pecado del mundo.
Él bautizó en el Jordán al Autor del bautismo,
y el agua viva tiene, desde entonces,
poder de salvación para los hombres.
Y él dio, por fin, su sangre
como supremo testimonio por el nombre de Cristo.
Por eso,
como los ángeles te cantan en el cielo,
te aclamamos nosotros en la tierra, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo…