León XIV en el jubileo de los Coros: La música como camino sinodal de fe y alegría
En el Jubileo de Coros y Corales, el Santo Padre destacó que el canto es un camino de fe y unidad que acompaña al Pueblo de Dios en su peregrinar, invitando a los coristas a vivir su servicio litúrgico como un auténtico ministerio de amor, armonía y alegría que refleja el corazón de la Iglesia.
Patricia Ynestroza - Ciudad del Vaticano
Esta mañana, desde la Plaza de San Pedro en el marco del Jubileo dedicado a los Coros y Corales, el Santo Padre dirigió una homilía centrada en el valor espiritual, eclesial y humano de la música. Partiendo del salmo responsorial —«Vayamos con alegría al encuentro del Señor»— propuso un recorrido espiritual donde el canto se revela como un modo privilegiado de caminar juntos hacia Cristo, Rey del Universo, cuyo poder se manifiesta no en la fuerza sino en el amor crucificado. Estaban presentes en esta celebración Eucarística conrezo mariano del Ángelus, más de 60 mil fieles, peregrinos y participantes en este jubileo. El Papa al final de la ceremonia, el Pontífice hizo un recorrido en su papamóvil llegando hasta el final de la Vía de la Conciliazione, saludando a los fieles presentes.
El canto: expresión del corazón y de la fe
El Papa recordó que la música ha acompañado a la humanidad desde sus orígenes, permitiendo expresar aquello que las palabras solas no alcanzan. Citó a san Agustín para subrayar que «cantar es propio de quien ama», pues quien canta no solo manifiesta sus emociones más profundas, sino que también ama a Aquel a quien dirige su canto.
Esta dimensión se vuelve aún más profunda para el Pueblo de Dios: el canto litúrgico participa del "cántico nuevo" que Cristo resucitado eleva al Padre. De esta manera, cada coro se convierte en instrumento de la gracia, ayudando a la asamblea a vivir la liturgia con mayor intensidad espiritual.
"... hoy celebran su jubileo y agradecen al Señor por haberles concedido el don y la gracia de servirlo ofreciendo sus voces y sus talentos para su gloria y para la edificación espiritual de los hermanos. Su tarea es la de involucrarlos en la alabanza a Dios y de hacerlos participar mejor de la acción litúrgica por medio del canto. Hoy expresan plenamente su "iubilum", su regocijo, que nace del corazón inundado de la alegría de la gracia."
