Santa Clara, la modernidad de una elección: el mensaje del retablo del siglo XIV

El 11 de agosto, la Iglesia conmemora a Santa Clara de Asís. Siendo muy joven, conquistada por el ejemplo de Francisco, lo siguió huyendo de la casa paterna. Fundadora de las Clarisas, patrona de la televisión. Treinta años después de su muerte, su vida fue narrada en 1283 en un cuadro pintado para la basílica dedicada a ella en la ciudad umbra. Sor María Clara Riva: «La vida de Clara está totalmente orientada a la esperanza, tema del Jubileo. Su sed de plenitud sigue atrayendo a muchos jóvenes"
Paolo Ondarza – Ciudad del Vaticano
Una clave para leer y comprender la vida de Clara de Asís, captar la fuerza disruptiva y la modernidad de su elección de vida. «El retablo de Santa Clara», conservado junto a los restos mortales de la «Pianticella del Signore» en la basílica homónima de la ciudad umbra, ofrece en pocas pero significativas imágenes los rasgos más destacados de la historia humana y espiritual de una mujer especial. Con solo dieciocho años, Clara no dudó en huir de la casa paterna para seguir a Francisco y sus compañeros, dando así origen a una forma de vida cristiana que aún hoy fascina, atrae e interroga.
Una hagiografía ilustrada
La obra de arte, un panel rectangular (276 x 163 cm), fue realizada al temple en 1283 bajo el pontificado del papa Martín IV, tal y como reza una inscripción a los pies de la santa, representada de pie en el centro de la composición. A los lados se representan ocho escenas hagiográficas, cuatro a cada lado. Nos encontramos, por tanto, ante la primera obra historiada dedicada a la vida de la santa de Asís, pintada solo unos años después del final de su existencia terrenal. Fue concebida para contar la historia de esta mujer extraordinaria narrada por biógrafos como Tommaso da Celano a los hombres de su tiempo: no solo cultos, sino también analfabetos.
«Los peregrinos que llegaban a la tumba de Santa Clara solo treinta años después de su muerte se encontraban ante estas imágenes», explica sor Maria Chiara Riva, clarisa del monasterio de Santa Clara de Milán, autora del libro Santa Chiara, una vita dipinta (Santa Clara, una vida pintada, Ediciones Biblioteca Francescana).
La mirada de esperanza
Es increíble la intensidad expresiva del icono central de la santa, retratada de frente según un estilo que combinaba el bizantino con las corrientes góticas que en aquella época se estaban extendiendo por Umbría. «La iconografía nos parece un poco lejana, pero si nos detenemos en esa mirada es fácil captar un mensaje de esperanza. En sus escritos, Clara no habla explícitamente de esperanza, pero toda su vida está orientada a la esperanza: comunica su condición de hija de un Padre Bueno. Hasta el final, cuando en el momento de la muerte dice: «Señor, bendito seas por haberme creado y haberme mirado como una madre mira a su hijo amado», continúa la religiosa.
Como un tabernáculo con puertas
Con sor Maria Chiara Riva contemplamos esta obra atribuida a un artista conocido como Maestro de Santa Chiara y dividida en tres campos por dos columnas pintadas de las que parten arcos ojivales. La composición evoca la idea de un tabernáculo con puertas: en el centro, la figura de Chiara como si fuera una escultura policromada de madera, y a los lados, los episodios más destacados de su vida.
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