CULTURA DEL CUIDADO Y PROTECCIÓN DE LA VIDA: LAS BASES DE LA CONVIVENCIA

28.04.2024

El ideario artiguista pone entre nosotros con fuerza el ideal de la justicia. Sabemos que se concretiza en la medida que una sociedad es capaz de realizar las condiciones que hacen posible a las personas y a las comunidades desarrollar lo que se corresponde con su naturaleza y su vocación.

La tradición judeocristiana construyó el valor de la compasión, del cuidado de los más pobres y los más vulnerables. Este patrimonio está en nuestra Constitución, en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en las bases políticas de nuestra democracia. Una cultura del cuidado es la que hace que una sociedad proteja a los más débiles y respete la dignidad inviolable de todo ser humano, no solo auxiliando sus necesidades inmediatas sino ayudándoles a alcanzar los medios para su propio desarrollo.

La protección de la vida está unida a la dignidad de toda persona humana y ha sido siempre un fundamento clave de nuestra civilización. Hoy, ya erosionado y relativizado, pone en peligro los cimientos de los derechos y del bien común. Porque si la vida de algunos vale menos, si se la puede descartar por no ser deseada o por considerarse inútil, ¿cómo se puede seguir protegiendo los derechos humanos, si aquellos que son fundamentales son relativizados al interés utilitarista de una cultura que desprecia la debilidad y la dependencia?

Uruguay ha sido siempre una sociedad solidaria que, bajo la avalancha cultural narcisista e individualista, corre el riesgo de perder su mayor riqueza: la calidad humana, que no olvida a los demás y siempre tiende la mano al que está necesitado. Solo apostando a mejorar humanamente podemos construir un futuro mejor para todos.

Seguimos leyendo mañana. El documento completo está debajo