DEFENDAMOS LA VIDA, CONSTRUYAMOS LA PAZ, PROCLAMEMOS A JESÚS SALVADOR

13.11.2023

La fiesta de la Virgen de los Treinta y Tres convocó a más de tres mil peregrinos de todo el país. En espíritu fraterno y eclesial, esta porción del Pueblo de Dios, celebró a nuestra "capitana y guía" y compartió un día en familia y en comunidad.

El Cardenal Daniel Sturla presidió la celebración junto a los Obispos, el Nuncio Apostólico, sacerdotes, diáconos y el santo pueblo fiel de Dios. En la homilía realizó un fuerte llamado a la defensa de la vida, a tender puentes entre los uruguayos y a renovar el impulso evangelizador:

Le pedimos a Jacinto, devoto de María, que nos ayude a encontrar los rumbos, como nación y como Iglesia.

Sigamos siendo defensores de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, no dejándonos engañar por una campaña hábil, que quiere imponer la eutanasia en nuestra legislación. Defendemos la vida.

Que seamos constructores de paz en nuestras familias, en nuestra sociedad uruguaya, donde no queremos que ninguna grieta nos divida, sino que haya puentes de entendimiento, pensemos distinto, votemos distinto, pero somos orientales. Que pueda llegar la paz, se lo pedimos hoy a la Virgen, a todos los rincones del mundo, la paz a Ucrania, a Tierra Santa. Pensemos hoy en los israelíes secuestrados y también en los civiles que están muriendo en Gaza. Recemos por la paz.

Que sigamos proclamando con intrepidez nuestra fe en Jesucristo Salvador, Él es quien da respuestas a las inquietudes más hondas del corazón humano, nos rescata de toda esclavitud. ¿cuántos hermanos nuestros hoy esclavizados en la droga? ¿cuánto sufrimiento en las familias uruguayas? ¿cuánta violencia?

El Cardenal recordó la beatificación de Jacinto Vera en el Estadio Centenario:

Es un año muy especial para la Iglesia uruguaya. La beatificación de Jacinto. Él fue un peregrino. Que estuvo allá lejos en Roma y en Tierra Santa. Peregrino de la Virgen, fue a Lourdes y a Betharram, la virgen de los vascos. Fue devotísimo de la Virgen María, la Virgen de los Dolores, que su familia veneraba desde las Islas Canarias. Pero la mayor peregrinación de Jacinto fue llegar a cada rincón del país, tocando el corazón de los uruguayos con su cercanía, con su bonhomía, con su buen humor, pero sobre todo con su límpido testimonio sacerdotal. No fue fácil, la Iglesia estaba en una situación crítica, pero trabajó con denuedo, con intrepidez y confió que María le iba a dar el triunfo.

Siendo hombre de paz, Jacinto conoció el exilio y la calumnia.

Jacinto nos señala el camino como buen baqueano de la fe de los orientales.

"Una palabra nos define hoy a todos nosotros: Peregrinos. De todos los rincones de la Patria. Gente que vino caminando...Acá está este grupo de jóvenes, que hicieron los 100 km, de Melilla hasta aquí. Y hay otros que han venido caminando de Durazno, de Chamizo. Qué bueno encontrarnos y saber que somos caminantes."