EL MAYOR ENTRE USTEDES SERÁ EL QUE LOS SIRVE

15.03.2022

Evangelio según San Mateo 23,1-12.

Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:
"Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen.
Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos;
les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar 'mi maestro' por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar 'maestro', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos.
A nadie en el mundo llamen 'padre', porque no tienen sino uno, el Padre celestial.
No se dejen llamar tampoco 'doctores', porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".

San Juan Casiano (c. 360-435)

"Estar dispuestos a escuchar y ser lentos para hablar y para enojarnos" (Sant 1,19)

Deben "estar dispuestos a escuchar y ser lentos para hablar y para enojarnos" (Sant 1,19), para que el comentario de Salomón no se verifique con ustedes: "¿Has visto a un hombre que se apura a hablar? Se puede esperar más de un necio que de él" (Prov 29,20). 

No tengan la presunción de enseñar nada, si no lo han practicado ustedes mismos. Es la orden que el Señor nos enseña a seguir con su ejemplo: realizaba, luego enseñaba (cf. Hech 1,1) Tengan cuidado de no precipitarse a enseñar antes de haber actuado. Estarían entonces entre los que en el Evangelio, el Señor señala a los discípulos: "Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo" (Mt 23,4). "El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos" (Mt 5,19). 

Pero, ¿qué será del que se atreve a enseñar los preceptos que él mismo vive con negligencia? Será el último en los cielos y tendrá el primer lugar en los suplicios de la gehenna. Guárdense de dejarse entrenar a dar lecciones a otros con el ejemplo ajeno. Ellos adquirieron habilidad para discurrir, con palabras fáciles que corren como fuente. Como saben disertar elegante y abundantemente sobre todo sujeto que les agrada, pretenden poseer la ciencia espiritual a los ojos de los que no aprendieron a discernir el carácter verdadero. Pero no es lo mismo tener facilidad de palabra y brillo en el discurso, que entrar en lo profundo de las palabras celestes y contemplar los inmensos misterios escondidos, con la mirada purísima del corazón. 

Esta mirada no la obtendrá la ciencia humana ni la cultura del siglo, sino la pureza del alma, por la iluminación del Espíritu Santo.