EL QUE CREE EN EL HIJO TIENE VIDA ETERNA

28.04.2022

Evangelio según San Juan 3,31-36.

El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra. El que vino del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio.
El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz.
El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida.
El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos.
El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.


Abandonarse con total confianza

Jesús fue constituido jefe y rey de toda la herencia de Dios, porque por su sangre nos dio los derechos a esta herencia: "El Padre puso todo en sus manos". Permanecemos en él por la fe y el amor, él permanece en nosotros por su gracia y sus méritos. 

Él nos ofrece a su Padre y su Padre nos encuentra en él. (...) Dios nos ofrece encontrar la fuente de toda gracia y perfección en el Hijo de su complacencia: "El que no escatimó a su Hijo... ¿no nos concederá con él toda clase de favores?" (cf. Rom 8,32). 

Debemos abandonarnos con toda confianza a esta voluntad todopoderosa, que es el amor mismo. No sólo fijó las leyes de nuestra perfección, es también su principio y fuente. (...) 

Donde no encuentra obstáculos a su acción, la gracia actúa soberanamente, lleva al grado más elevado de santidad y hace actuar. El Espíritu de Dios interviene poderosamente donde no es contrariado, "contristado", como escribe san Pablo (Ef 4,30). 

Mismo si la voluntad de Dios es soberana y es extenso su poder e infinito su amor, Dios espera que eliminemos todo lo que dificulta su gracia. ¡Qué el alma permanezca en esa actitud de humildad y confianza que la hace esperar todo de Dios!

Beato Columba Marmion (1858-1923).abad. La oración monástica