GILMAR FUE ORDENADO DIÁCONO PARA AMAR Y SERVIR

11.06.2023

Ciudad del Carmen festejaba su cumpleaños mientras Mons. Martín imponía las manos y rezaba la oración consacratoria para ordenar Diácono al Seminarista José Gilmar Vargas Lozada. Este joven colombiano realizó sus estudios en Roma y su experiencia pastoral en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de la localidad ubicada entre Durazno y Sarandí del Yí. El Párroco, P. Ricardo Yangua, lo recibió con alegría y lo ha acompañado a lo largo de este tiempo para contribuir a formar en Gilmar un servidor a imagen de Jesucristo.

Antes de la bendición final, Gilmar agradeció a los presentes: sacerdotes, diáconos, seminaristas, religiosas, religiosas, Pueblo de Dios, Peregrinos de Durazno. 

Agradeció a Dios por la vocación, llamada que sintió desde muy pequeño, cuando participaba en las Misas en su país natal. "Igualmente agradezco a mis padres, a mis hermanos y familiares por infundirme valores cristianos y brindarme acompañamiento en mi decisión. Expreso mi profunda agradecimiento a la Iglesia por acogerme como Madre y por los sacramentos. Estoy muy agradecido con monseñor Martín por su acogida y aceptación en la Diócesis de Florida, que me permite avanzar en mi camino vocacional como ministro ordenado, a los presbíteros y diáconos que, como amigos, me siguen acompañando en este proceso. No podría faltar la gratitud profunda a la comunidad parroquial del Carmen, que desde el primer momento de mi llegada a la parroquia siempre me ha apoyado en todo, especialmente con sus oraciones, para perseverar en mi vocación. Hago sensibles agradecimientos a los Peregrinos de Durazno con quienes viví mi primera experiencia de peregrinación en Uruguay." 

También recordó a las Comunidades de la Paloma, San Jorge y San Antonio de Padua, Durazno, Florida, Casupá y a los Oblatos que le permitieron realizar los estudios de Filosofía y Teología en Roma. 

Por último invocó a la Virgen María para que lo siga acompañando en su vocación.

Asístenos, Dios todopoderoso, de quien procede toda gracia, 

que estableces los ministerios regulando sus órdenes; 

inmutable en ti mismo, todo lo renuevas; 

por Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro – palabra, sabiduría y fuerza tuya-, 

con providencia eterna todo lo proyectas y concedes en cada momento cuanto conviene. 

A tu Iglesia, cuerpo de Cristo, enriquecida con dones celestes variados, 

articulada con miembros distintos y unificada con admirable estructura por la acción del Espíritu Santo, l

a haces crecer y dilatarse como templo nuevo y grandioso. 

Como un día elegiste a los levitas para servir en el primitivo tabernáculo, así ahora has establecido tres órdenes de ministros encargados de tu servicio. 

Así también, en los comienzos de la Iglesia, los apóstoles de tu Hijo, movidos por el Espíritu Santo, eligieron, como auxiliares suyos en el ministerio cotidiano, a siete varones acreditados ante el pueblo, a quienes, orando e imponiéndoles las manos, les confiaron el cuidado de los pobres, a fin de poder ellos entregarse con mayor empeño a la oración y a la predicación de la palabra.

Te suplicamos, Señor, que atiendas propicio a estos tu siervo, 

a quien consagramos humildemente para el orden del diaconado y el servicio de tu altar 

ENVÍA SOBRE ÉL, SEÑOR, EL ESPÍRITU SANTO, 

PARA QUE, FORTALECIDO CON TU GRACIA DE LOS SIETE DONES, 

DESEMPEÑE CON FIDELIDAD EL MINISTERIO. 

Que resplandezca en él un estilo de vida evangélica, un amor sincero, solicitud por pobres y enfermos, una autoridad discreta, una pureza sin tacha y una observancia de sus obligaciones espirituales. 

Que tus mandamientos, Señor, se vean reflejados en sus costumbres, y que el ejemplo de su vida suscite la imitación del pueblo santo; 

que, manifestando el testimonio de su buena conciencia, persevere firme y constante con Cristo, de forma que, imitando en la tierra a tu Hijo, que no vino a ser servido sino a servir, merezca reinar con él en el cielo.