LA PAZ ES ARTESANAL

25.04.2024

En el Uruguay del siglo XX hubo pasos importantes de progreso económico y social, consolidación de las instituciones, avances en la legislación, desarrollo del movimiento sindical y sesenta años de paz. La Constitución conoció diversas reformas. Todas ellas se realizaron mediante acuerdos políticos.

Las décadas del 60 y del 70 del siglo pasado estuvieron caracterizadas por el desencuentro entre los uruguayos: crisis económica y social, guerrilla, dictadura. Años de sufrimientos con heridas que siguen abiertas. El retorno a la democracia, en

1985, fue ampliamente celebrado por la mayoría de nuestro pueblo y abrió este tiempo marcado por la consolidación democrática, la rotación de los partidos en el poder y la diversidad de acuerdos que han ido pautando nuestro ser como nación.

Cuando el pasado año 2023, a cincuenta años de la ruptura institucional, se realizaron diversos actos donde participaron el presidente de la república y ex presidentes de los distintos partidos, manifestando sus diversas visiones con respeto y cordialidad, vimos un reflejo del Uruguay que la gran mayoría de los orientales queremos: un país de cercanías, de acuerdos, de búsqueda del bien común, de respeto por el otro.

"La paz es artesanal", gusta decir el papa Francisco, indicando así que es una tarea que implica la participación de todos y un compromiso personal con su consolidación. Nunca nos arrepentiremos de los pasos que demos para buscar el encuentro, el acuerdo, y, si fuera necesario, el perdón. La magnanimidad es un atributo necesario a la hora de construir juntos un país. La paz social está en juego toda vez que expresamos con agresividad lo que pensamos y creemos, así como cuando juzgamos y condenamos las opiniones y visiones ajenas, movidos más por prejuicios que por sólidos argumentos.

Tenemos los fantasmas que vienen de nuestro pasado para recordarnos lo que es un Uruguay dividido; pero también la realidad de países donde el enfrentamiento es norma, que nos sirve de espejo de lo que no queremos ser. Por eso, frente a una nueva instancia electoral, la invitación que hacemos los obispos es recoger lo mejor de nuestra historia, levantar nuestra mirada y cuidar el alma del país.

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