POR UNA IGLESIA DE PUERTAS ABIERTAS, HUMILDE COMO JOSÉ Y SINODAL

20.12.2024

¡Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor!

Esta es la puerta del Señor, los vencedores entrarán por ella. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación

Salmo 117, 19-21


"La puerta", más allá del elemento material que nos sirve para facilitar o impedir el acceso de un lugar a otro, constituye también un símbolo espiritual que nos habla de la transición de un estado a otro, del punto de acceso a una realidad diferente. La puerta es mucho más que una simple entrada.

En distintas tradiciones, culturas y religiones aparecen las puertas como símbolo del camino espiritual.


En el Antiguo Testamento, especialmente aparecen testimonios de "puertas" que sirven para delimitar espacios sagrados y marcar transiciones y cambios espirituales. Por ejemplo, en los relatos de la primera Pascua judía se narra como los hebreos marcan sus puertas con la sangre del cordero, evitando el paso del Ángel exterminador (Éxodo 12, 21-23), indicando el paso de la esclavitud a la libertad. El templo de Jerusalén contaba con tres juegos de juegos de puertas que delimitaban los espacios y señalaban la santidad de cada uno. Las puertas de las ciudades amuralladas eran espacios de encuentro, de negocios y de toma de decisiones, Abraham se reúne en las puertas de la ciudad con los Ancianos y el propietario de los terrenos para negociar el lugar donde sepultar a su esposa Sara, Los Ancianos de la ciudad se reunían en la Puerta de la ciudad para administrar justicia (Deuteronomio 21, 19), el rey David tenía una sede en las puertas (2Samuel 19, 9).

En el Nuevo Testamento, por ejemplo, San Pablo hace referencia a una "puerta abierta" para ilustrar la oportunidad que Dios proporcionó para predicar el Evangelio a pesar de la adversidad (Hechos 14,27; 1Corintios 16,9; 2 Corintios 2,12). En el libro del Apocalipsis se anuncia el regreso de Cristo con la metáfora de Jesucristo como aquél que está a la puerta y llama, ofreciendo la vida eterna; acá la puerta aparece como invitación a la salvación. Jesús nos habla de la puerta estrecha como símbolo del camino cristiano que conduce a la salvación en contraposición con la puerta ancha que conduce a la condenación (Mateo 7, 13-14).

Quizás la metáfora bíblica más significativa sea la del Evangelio de Juan "Yo soy la puerta. Si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá, y encontrará pasto" (Juan 10,9). Jesús mismo se presenta como la puerta, mostrando su identidad como Salvador de la humanidad durante las enseñanzas sobre el buen Pastor.

Reflexionar y rezar en torno al significado de la puerta nos anima a caminar, a entrar en un nuevo espacio; nos invita a reflexionar sobre nuestro propio camino espiritual y la invitación de Jesucristo de aceptar su propuesta de salvación.

En nuestro caso particular, como comunidad parroquial de San José, la bendición e inauguración de la nueva puerta de la Iglesia parroquial es el punto de llegada de un proceso comunitario que comenzó un día como la necesidad de resolver un problema cotidiano: restaurar o cambiar la puerta anterior que, por el paso del tiempo se había deteriorado. Esta necesidad dio paso a un sueño, un propósito que fue reuniendo a la comunidad en torno a un mismo proyecto que, de a poco se fue plasmando en una realidad. Pero, así como fue el punto de llegada de un proceso, ahora también se vuelve un nuevo comienzo: reconocer que los sueños y proyectos se cumplen desde el compromiso y aporte de todos y considerar que la nueva puerta nos habla de un modo nuevo de "entrar" y de "estar" en la comunidad.

El diseño de la puerta fue surgiendo en el diálogo comunitario, queríamos una puerta propia de un carpintero, por eso de madera; nos habla de San José, de la carpintería de Nazaret y queremos ser una comunidad cristiana según el modelo de nuestro santo patrono. También quisimos acentuar la posibilidad de ser una Iglesia de puertas abiertas; "Una Iglesia que quiere ser un hogar de puertas abiertas y un lugar de fraternidad humana" (Papa Francisco), por eso el vidrio que permite entrar la luz del exterior y posibilita ver el interior de la Iglesia desde afuera. Al centro de las puertas, el signo de la cruz, centro de la vida cristiana; podemos acceder al interior, al encuentro con Cristo atravesando el misterio de la cruz y en torno a la cruz, aparecen diez formas de hierro que nos recuerdan los diez mandamientos, como el compromiso de vivir nuestra fe desde un mismo credo que nos une a todos como hermanos.

Agradecemos profundamente a todos los que de diferentes maneras colaboraron con este proyecto, rezamos por ustedes y los invitamos a visitar nuestra Iglesia Parroquial.

San José, ruega por nosotros y nuestras familias

Dios los bendiga, comunidad cristiana de la Parroquia San José, Florida.

Padres Hernando y Fernando