¡GLORIA AL PADRE Y AL HIJO Y AL ESPÍRITU SANTO!

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno:
Que con tu Hijo único y el Espíritu Santo
eres un solo Dios, un solo Señor,
no una sola Persona,
sino tres Personas distintas de una misma naturaleza.
Cuanto creemos de tu gloria, Padre,
porque tú lo revelaste,
lo afirmamos también de tu Hijo
y del Espíritu Santo, sin diferencia alguna.
Por eso, al proclamar nuestra fe
en la verdadera y eterna Divinidad,
adoramos a tres personas distintas,
de única naturaleza e iguales en dignidad.
A ti los ángeles y arcángeles,
con todos los coros celestiales,
te alaban sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Alabemos con júbilo al Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y glorifiquémoslo, diciendo:
¡Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo!
Padre santo, ya que nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, danos tu Espíritu para que venga en ayuda de nuestra debilidad,
y que él mismo interceda por nosotros.
Hijo único de Dios, que pediste al Padre para tu Iglesia el Espíritu de la verdad,
haz que este Defensor esté siempre con nosotros.
Ven, Espíritu Santo, que procedes del Padre y del Hijo, y derrama en nosotros tus frutos: caridad, gozo espiritual, paz, paciencia, benignidad, bondad,
longanimidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia y castidad.
Padre todopoderoso, tú que enviaste a nuestros corazones el Espíritu de tu Hijo que clama: «¡Padre!»,
haz que nos dejemos llevar por ese Espíritu y lleguemos a ser herederos tuyos y coherederos de Cristo.
Señor Jesús, que nos enviaste desde el Padre al Paráclito para que diera testimonio de ti,
haz que también nosotros demos testimonio de ti ante los hombres.