Beato Jacinto Vera, testigo de Jesucristo, hombre pacificador

08.05.2023

Este sábado 6 de mayo, el arzobispo metropolitano de Brasilia, Cardenal Paulo Cezar Costa, presidió la santa misa con el rito de beatificación de Monseñor Jacinto Vera, primer obispo del Uruguay, en el Estadio Centenario de Montevideo.

Sebastián Sansón Ferrari - Vatican News

En el Beato Monseñor Jacinto Vera, primer obispo del Uruguay, contemplamos la belleza de una vida santa. Así lo sugirió el Cardenal Paulo Cezar Costa, arzobispo metropolitano de Brasilia y legado pontificio del Papa Francisco para la eucaristía con rito de beatificación de Vera, celebrada en la tarde de este sábado 6 de mayo en el Estadio Centenario de Montevideo. Entre los numerosos concelebrantes, se encontraban el Cardenal Daniel Sturla, Arzobispo de Montevideo; el Cardenal Mario Aurelio Poli, Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina; Monseñor Gianfranco Gallone, Nuncio Apostólico en el Uruguay.

El día lluvioso en la capital uruguaya no impidió que miles de personas se congregaran en la santa misa, llegando desde tempranas horas al punto del encuentro, donde se realizó una previa artística con canciones, actuaciones y otras performances.

Belleza de seguir a Jesús, belleza que unifica la vida

Hoy, con esta ceremonia, afirmamos que "Monseñor Jacinto Vera está en la casa del Padre, que desde allá nos mira, intercede por nosotros y nos inspira en nuestro caminar como Iglesia", afirmó el Purpurado brasileño. La belleza que contemplamos es "la belleza de la Pascua de Cristo y de la Iglesia que se manifiestan con toda su fuerza salvífica".

"A quien tiene hambre, no se le ofrece una ideología, sino la presencia del amor de Cristo; a quien tiene sed de Dios, se le ofrece la Palabra y los sacramentos, a quien tiene sed de paz, se le ofrece aquel que es el príncipe de la Paz: Jesucristo".

"El beato -prosiguió el Purpurado- nos irradia esta belleza y nos muestra que las realidades de esta vida no son lo último, sino lo penúltimo. Lo último de la vida humana es la casa del Padre, es Dios mismo. Jesús nos indicó en el Evangelio: "En la casa di mi Padre hay muchas moradas" (Jo 14, 2). Jesús quiere que donde Él está, estén también sus amigos".

Como observó Cezar Costa, "Él está en la casa del Padre los discípulos de Jesús deben estar con Él. El Beato nos testimonia la belleza de seguir a Jesús. Belleza que unifica nuestra vida, que nos permite tener una visión de la totalidad del proyecto y del designio de Dios. Que nos indica un camino de unidad en tiempos de fragmentación".  

La secularización no debe asustarnos

Refiriéndose al Evangelio hodierno, el Cardenal puntualizó que Tomás hace el papel del hombre que perdió la referencia de Dios: Señor, nosotros no sabemos para donde vas. ¿Cómo podemos conocer el camino? "Tal vez sea esta -sugirió Cezar Costa- la experiencia del hombre moderno que perdió la referencia de Dios, que ya vive de las consecuencias de la fe, pero no vive la fe".

Luego, evocó palabras de Benedicto XVI, quien ya alertaba para la cuestión de la fe que no puede ser dada como presupuesto en la sociedad de hoy. "Sucede no pocas veces -decía Ratzinger- que los cristianos sientan mayor preocupación con las consecuencias sociales, culturales y políticas de la fe, considerando esta como un presupuesto obvio de su vida diaria". "Por tanto -continuaba el Pontífice alemán-, tal presupuesto no solo dejó de existir, sino que frecuentemente acaba hasta siendo negado". 

El arzobispo de Brasilia recordó que "la secularización ya es una realidad en la vida de nuestros países de América Latina. Donde las personas van perdiendo el sentido de Dios, de su Evangelio". Sin embargo, Cezar Costa aseguró que "la secularización no debe asustarnos", sino "debe ser una ocasión para el testimonio y el anuncio de la Fe". En este sentido, explicó que "el testimonio interpela, pues en él la belleza de la vida de fe va a nuestro lado. Por este motivo, San Pablo VI, en Evangelii Nuntiandi, ya afirmaba que "el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan […], o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio" (EN, 41).

"Estamos celebrando un testigo de Jesucristo: Esto fue la vida de monseñor Jacinto Vera. ¿Quién no recuerda su caridad? ¿Quién no recuerda su fuerza para enfrentar las adversidades y proponer un camino para la Iglesia? ¿Quién no recuerda su lucha por la libertad de la Iglesia? ¿Quién no recuerda su celo para que el Evangelio llegase a todos los rincones de este país? ¿Quién no recuerda su misión pacificadora? La beatificación es la fiesta del testimonio".

Proponer la Buena Noticia

"La secularización es un campo para la evangelización", sentenció el Purpurado. Enfatizó la necesidad de "entrar en la lógica de los que están sin Dios, a través de nuevos métodos, caminos, principalmente a través de la cultura", el reto de proponer la buena noticia de Jesucristo. "Este es el gran desafío", dijo el delegado pontificio.

"Uruguay es un país rico de memoria", según el representante del Papa Francisco. "La fe dejó tantos monumentos, historia, cultura, arte. Dejó testigos vivos. Los lugares de la memoria están entre nosotros", añadió.

"Estamos celebrando la memoria del beato Monseñor Jacinto Vera. Ellos hablan de la fe de nuestros antepasados, nos gritan hoy el anuncio y el testimonio de la fe. San Juan Pablo II, cuando estuvo aquí dijo: "Vemos como la cultura de vuestro pueblo hunde sus raíces en el Evangelio de Cristo, que ilumina la elevada dignidad del hombre en este mundo y su vocación a la eternidad...". "Esta matriz cultural católica -expresó el enviado de Francisco- dio bases firmes a la cultura nacional".


Cristo, el sentido del hombre

A continuación, el Cardenal se explayó en una reflexión sobre la respuesta de Jesús a Tomás: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie viene al Padre sino por mí". En esta frase, está el corazón del Evangelio: Jesús "es la realidad que viene y va a vivificar a los seres humanos", "el Camino que nos conduce al Padre", "En Él, el ser humano encuentra su camino, el ser humano sabe lo que es el ser humano y cómo vivir como ser humano".

"A un ser humano que corre el riesgo de perder el sentido de lo que es ser hombre, pues va perdiendo su origen y su destino, la Iglesia le presenta a Cristo, Él es el sentido del hombre. Solamente, en Él encontramos nuestra verdadera vocación. De aquí emerge una Iglesia que tiene los ojos fijos en Cristo. Que no se pierde delante de los caminos de la historia, pues es contempladora del rostro de Cristo, está fija en Él".


La fe pacifica

Fue delante del sagrario -aseguró el enviado del Santo Padre- que Monseñor Vera descubre que la única manera de pacificar el país dividido por las discordias y luchas políticas era la misión.

"No busca la pacificación a través de la política, de otros medios, sino a partir de la verdad de la fe. La fe pacifica. Ella, anunciada por la boca y por los gestos del beato, ayudó a pacificar el país".

La misión nace de la fe

La primera comunidad cristiana experimentó la fuerza de la fe, como se escuchó en la primera lectura (At 6, 1-7), pero experimenta, también, los problemas pues los helenistas murmuran contra los hebreos porque sus viudas estaban descuidadas en la distribución de los alimentos.

"Allá donde la fe se torna operativa, a través de la caridad, da asistencia a los necesitados de los dos grupos que experimentan el desacuerdo", expresó. El Purpurado acotó que la solución encontrada muestra cómo la Iglesia debe estar atenta a los problemas concretos. "Ellos no son indiferentes para la Iglesia; ellos exigen, siempre y nosotros, a la escucha del Espíritu. Escogen siete hombres llenos de fe y del Espíritu Santo. Es la institución de los diáconos. El texto termina afirmando que la Palabra de Dios se propagaba y la Iglesia crecía. La misión conduce al crecimiento de la Iglesia. La misión nace de la fe, de nuestro amor a Jesucristo".

"Nosotros estamos aquí -exclamó- como hombres y mujeres de fe. Es la fe que movió la vida de Monseñor Jacinto Vera y mueve, hoy, nuestra vida. La fe ancla nuestra existencia en el absoluto de Dios. La fe abre nuestra vida para una caridad operativa, para el anuncio y el testimonio de Jesucristo. Ella nos hace realizar obras mayores, porque nos injerta en lo absoluto de Dios, donde el propio Hijo de Dios opera a través de nosotros".

La fe nos injerta en la gran familia de hijos e hijas de Dios: la Iglesia

El legado pontificio mencionó que "San Pedro nos mostró que nosotros somos las piedras vivas, el edificio espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo. Esta es nuestra identidad". Y Monseñor Jacinto tenía conciencia que todos nosotros somos la Iglesia y que tenemos que ser testigos de Jesucristo en todas las circunstancias, comentó Cezar Costa. Por eso, Vera afirmaba: "Somos miembros de la Iglesia militante de esa Iglesia que fundada con la sangre de su divino Salvador ha sido y siempre lo será hasta la consumación de los tiempos".

"Esa misma conciencia -remarcó- debe estar presente en todos los miembros de la Iglesia hoy. Nosotros somos la Iglesia, llamados a caminar juntos para la evangelización y para la misión como nos pide el Papa Francisco. El Documento de Aparecida tiene conciencia de que todo aquel que sigue a Jesucristo es discípulo misionero de Jesucristo".

"En este sentido, Aparecida apuesta por una Iglesia madura, una Iglesia de discípulos misioneros. El discipulado nace del encuentro con Cristo. Es a partir del encuentro personal con Cristo, que el ser humano se prepara para seguir a Jesucristo: dice: No se empieza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino a través del encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con eso, una orientación decisiva (DA, 243). Quien es discípulo de Jesucristo, anuncia a Jesucristo, es testigo de Jesucristo".

El representante pontificio aludió al amor por Jesucristo que movió a Vera a recorrer en nueve meses, junto a los sacerdotes José Letamendi e Inocencio María Yéregui, los departamentos de Durazno, Florida, Soriano, entre otros. "Gran misionero que nos inspira hoy, en el camino de la Evangelización y de la Misión", así lo describió el Cardenal.

Renovar nuestra misión de discípulos - misioneros

"Hoy, en la conciencia de la Iglesia, la misión involucra a todos. El Papa Francisco ha enfatizado que cada miembro del Pueblo de Dios, en virtud del bautismo, se torna discípulo misionero (cf. Mt 28,19). En efecto, el Santo Padre escribe, en la exhortación apostólica Evangelii gaudium, "cada uno de los bautizados, cualquiera sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador y sería inadecuado pensar en un esquema de evangelización llevado adelante por actores calificados donde el resto del pueblo fiel sea sólo receptivo de sus acciones" (EG, 120).

"La Iglesia se va tornando evangelizadora, misionera cuando cada católico asume su misión de discípulo misionero de Jesucristo en su ambiente de trabajo, de estudio, de entretenimiento, etc.", dijo Cezar Costa.

"Es el testimonio bonito de Jesucristo que todos nosotros estamos llamados a dar. La autenticidad de la fe se manifiesta en el testimonio de Jesucristo, en la misión y en la caridad", agregó.

Al final de su alocución, el Purpurado deseó que "este grande beato Monseñor Jacinto Vera nos ayude hoy, en el testimonio de la fe y en la misión" y "que cada uno de nosotros renueve nuestra misión de discípulos – misioneros".