FORTALECER LA CELEBRACIÓN LITÚRGICA

25.07.2021

HOY Susana Goyeche, de 25 de Mayo, lee el pasaje de las Orientaciones que nos habla de la Liturgia, fuente y culmen de la vida cristiana. La escuchamos con atención:



III. (LEITURGIA)

El evangelio nos proclamó la mirada misericordiosa de Jesús, que revela al Padre, y obra curando, alimentando, dando vida eterna, e incorporando a los Apóstoles a su propia acción.

Al mismo tiempo, las situaciones extraordinarias que vivimos en estas circunstancias nos invitan a una profundización de fe y de participación en la Liturgia de la Iglesia.

Es singular la cadencia y los verbos que usa Mateo para explicar lo que hizo Jesús: tomó los panes, levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, los partió y los dio. Es la misma secuencia que usará en la última Cena, cuando Jesús instituye la Eucaristía. De aquí surge la motivación de nuestra tercera línea guía.

Renovarnos en la participación en la Eucaristía, como pueblo sacerdotal, a quien Cristo salva y consagra, para la salvación del mundo.

En primer lugar, de acuerdo con el Concilio, renovamos nuestra fe en la realidad de la Liturgia como presencia y acción de Jesucristo, ejercicio actual de su sacerdocio (SC 7).

En segundo término, reconocemos la gracia de nuestra participación en la Liturgia, porque es Cristo el que une consigo a la Iglesia, que es su cuerpo, su Esposa, el pueblo sacerdotal que ofrece sacrificios espirituales que Dios acepta por medio de Jesús (cf. I Pe 2,5)

En tercer lugar, afirmamos la finalidad de la Liturgia y de toda la vida de la Iglesia: la gloria del Padre y la santificación y salvación de los hombres (SC. 7).