Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y
situación en que se encuentre, a renovar ahora
mismo su encuentro personal con Jesucristo o,
al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso.
No hay razón para que alguien piense que esta
invitación no es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor». Al
que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando
alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos
abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: « Señor, me he dejado engañar, de mil
maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra
vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito.
Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez
más entre tus brazos redentores». ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido!
Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de
perdonar, somos nosotros los que nos cansamos
de acudir a su misericordia. Papa Francisco, Evangelii gaudium, 3.