La dimensión comunitaria como verdadero motor de la conversión ecológica

22.02.2022

Juntos es más fácil cambiar el rumbo: desde el cambio de los estilos de vida, pasando por la formación de las nuevas generaciones en materia medioambiental, hasta la vuelta a la tierra cultivando un huerto sinérgico, una comunidad nacida en Lombardía lleva a cabo desde hace años la difícil misión de restablecer la alianza entre el hombre y el medio ambiente, siguiendo como norma de vida la encíclica Laudato si' del Papa Francisco.

Cecilia Seppia - Ciudad del Vaticano

Davide tiene 39 años y vive con su esposa Giulia y su hijo Samuele en Olgiate Olona, en la provincia de Varese, donde se encuentra la comunidad Pachamama, de la que él y algunos amigos son fundadores. Un nombre que surgió mucho antes de las polémicas engañosas que estallaron durante el Sínodo de la Amazonía y que no tiene nada que ver con esas polémicas. Davide es biólogo, pero desde muy joven siempre ha seguido el camino igualmente exigente del voluntariado, junto a sus estudios científicos. Desde el año 2005 colabora con San Egidio en el programa sanitario Dream, nacido para curar y prevenir el sida en África, por lo que también se encuentra "yendo y viniendo" de las arenosas calles de países como Malawi, Kenia, Tanzania y el Congo para garantizar a los niños el sueño de una existencia libre de enfermedades, hambre y malnutrición. Pero con los miembros de la comunidad comparte el deseo de trabajar juntos para realizar otro gran sueño: el de un mundo habitable y sano, limpio y en armonía, en el que Dios siga creando cada día cosas nuevas, en el que siga tocando la mano del hombre, como en el famoso fresco de Miguel Ángel en el techo de la Capilla Sixtina, para devolverle el aliento de una vida que sepa de oxígeno y no de carbón, que sea clara, transparente y no esté contaminada por la codicia, por el ansia de poder, del dinero, de la conquista y el dominio de lo que, en cambio, es la Casa de todos.

Los orígenes de la comunidad

"Un día, en 2008, con unos amigos con los que ya habíamos compartido otras bellas experiencias - nos cuenta Davide Brambilla - sentimos la necesidad de dar un salto. Es decir, de ser más radicales en nuestro compartir para convertirnos en una comunidad de jóvenes y familias. Y en la comunidad, como sabemos, cada uno tiene sus propias tareas, sus propios cometidos, pero todos colaboran en una profunda comunión que es buena para nosotros y buena también para todos los que vienen, que nos escuchan... Al principio parecía casi una provocación, hubo momentos en los que nos desanimamos, luego paso a paso se hizo realidad. Pasamos algún tiempo intentando comprender quiénes queríamos ser, qué queríamos transmitir, qué otro tipo de comunidades había en nuestra zona, para poder hacer algo diferente".

La elección del lugar

"En el 2011 conocimos a la comunidad de Sichem, compuesta por familias con hijos mayores y por el propietario de Villa Restelli, que nos abrió literalmente las puertas de su casa: un gran edificio de finales del siglo XVIII con un enorme parque a su alrededor y unos caseríos, en cuyo interior se han construido pisos. Seis de nosotros comenzamos con el nombre de comunidad de Efraín, como una de las tribus de Israel que encontró refugio en el territorio de Siquem, y poco después acogimos a otros jóvenes, formándolos y preparándolos para tomar las riendas de esta realidad. Sucesivamente, en el 2015, tras un viaje a Chile y Perú, decidimos cambiar el nombre, manteniendo una colaboración y convivencia tanto con Sichem como con Efraim, pero abrazando más una dimensión ecológica e interesándonos, cada vez más, por los temas ambientales".

Los fines de semana de belleza

"En la actualidad, la comunidad se ocupa principalmente de la formación cultural y espiritual, de la formación en la vida comunitaria, pero no sólo. Nuestro compromiso - continúa Davide - está dirigido a sensibilizar sobre la dimensión ecológica de la que habla el Papa y que hoy nos llama a ser administradores y custodios de la Creación. Una de nuestras principales actividades son los 'WEB', o sea los Fines de Semana de la Belleza: se trata de verdaderas escuelas de formación y convivencia de tres días, creadas para ser un momento de intercambio y de formación avanzada sobre diversos temas que también se inspiran en la encíclica.

Perseguimos el camino de la 'conversión ecológica' no sólo organizando conferencias, proporcionando ejemplos, informes o buenas prácticas, sino ofreciendo el 'quid' de la dimensión comunitaria que consideramos crucial para sumergirse en estos temas y lograr la conversión ecológica. Esta, como dice el Papa, comienza con el individuo, pero para que sea eficaz y eficiente debe involucrar a todos los miembros de cualquier comunidad".

Diálogo entre generaciones

"Nos hemos dado cuenta de que esta dimensión es apasionante, nos acerca, lo hace todo más humano y acorta las distancias entre generaciones, que en estas ocasiones experimentan la comunión y la comunicación, enriqueciéndose mutuamente.

Nada es posible sin la comprensión y el amor por el otro, que se experimenta más que en cualquier otro lugar de la comunidad. Jóvenes y mayores, padres e hijos, abuelos y nietos participan en nuestros 'WEB', y los contenidos son siempre densos. En el último encuentro de julio, por ejemplo, hablamos de alimentación con expertos como Raffaella Ponzio y Carlo Petrini, de Slow Food Italia, Mattia Galletti, del IFAD... Pero lo positivo es que estos encuentros no se acaban con la formación, sino que se convierten en un caldo de cultivo de proyectos, ideas y aventuras. Ahora mismo, con algunas de estas personas, estamos plantando árboles para promover la reforestación de los bosques que el hombre ha expoliado, pero eso no es lo único".

Cambiar el estilo de vida

Para esta comunidad, gran parte del cambio proviene de la adopción de estilos de vida virtuosos que tengan el menor impacto posible en el medio ambiente. "Pensamos en cómo reducir nuestro consumo personal - continúa Davide -tratamos de abastecernos de ciertas cadenas de distribución más pequeñas y sostenibles, y cultivamos nuestros propios productos agrícolas. Disponemos de un huerto sinérgico, cultivado con técnicas de permacultura, del que nos abastecemos directamente de la materia prima y que utilizamos a diario para reforzar el fuerte vínculo con la tierra. También hemos creado una 'CSA', o sea una Comunidad de Apoyo Agrícola, que reúne a productores y compradores. Y de esta forma apoyamos la actividad agrícola pero también nos abastecemos de productos altamente biológicos de kilómetro cero".