"LA PASCUA ES TAMBIÉN TU VICTORIA"

09.04.2023

Homilía del Obispo Diocesano en la Vigilia Pascual

Una frase que estoy pensando en este tiempo dice lo siguiente: "La Pascua no es una fiesta fácil." ¿Y esto qué es? Fiesta…se supone que la fiesta no es fácil ni difícil, es una fiesta. ¿Por qué dice que la Pascua no es una fiesta fácil? Uno cuando celebra algo, cuando hace fiesta, es por un acontecimiento puntual, un aniversario, un nacimiento, lo que sea. ¿Por qué la Pascua no es una fiesta fácil? Y por ahí voy encontrando alguna respuesta a esta frase.

Primero, que la Pascua está marcando un comienzo, no es algo que se termina, que empezamos la fiesta y se termina acá y a otra cosa, sino que la Pascua está indicando un comienzo, una permanencia. ¿Qué nos decimos a nosotros cuando terminamos esta Misa? ¡Felicidades! ¿Qué llego a decir con eso? ¡Qué contento que estoy por recibir todos esto! Pero se lo estoy diciendo al otro. La cosa es decir, ¡qué contento que estoy porque he recibido Jesús, porque he sido feliz y es paz para ti! ¿Por qué? ¿Qué contenido le doy o le damos a esas felices Pascuas? Es como si lo estuviéramos diciendo a la otra persona. Felices Pascuas porque tú sos parte de esta victoria también. Esta victoria de Jesús es tuya, por eso yo quiero que seas feliz, y por eso te digo Felices Pascuas. Tú formás parte de esta victoria. Tú sos parte de esta victoria. Y ojalá vivas de ahora en adelante como resucitado. Tú podés vivir de ahora en adelante como resucitado. Le estoy deseando muchas cosas a esa persona. Ojalá que tú puedas en este momento, porque formas parte de esta historia, caminar en la vida como resucitado. Tenés esa potencia, esa potencialidad de vivir de ahora en adelante como resucitado. Por eso te digo ¡Felices Pascuas!

Porque tú de ahora en adelante podés hacer un camino distinto, podés vivir como resucitado. ¡Ojalá que lo puedas hacer! Por eso "Felices Pascuas" es un deseo que yo le digo a la otra persona. 

Felices Pascuas, Felices Navidades, pero ¿qué contenido le pongo? Y creo que hay un lindo contenido cuando uno le desea al otro que tenga Felices Pascuas. Que esta fuerza que se desprende del Resucitado sea la tuya, que tú puedas caminar por la vida como un resucitado. Nada menos le estoy diciendo al otro.

¿Qué cambia en mi vida por saber que Jesús vive? Porque de eso se trata esta noche. Estamos festejando a Jesús que vive, que el Padre lo resucita por amor y con amor. ¿Qué ha cambiado en nuestra vida por el hecho de saber que Jesús está vivo y resucitado? También es una pregunta que todos tenemos que ir contestando. Mi vida es distinta por saber que Jesús resucitó. ¿Qué me dice la resurrección de Jesús en mi vida? Yo le voy buscando respuestas, y lo primero que se nos ocurre decir es vivir como resucitado es saber que camino por la vida y creer que Jesús vive.

¿Para qué vivimos y hacia dónde vamos? La vida cobra un sentido distinto del momento que sabemos que Jesús resucitó, que camina con nosotros y que también nosotros vamos a resucitar y tenemos una vida después de esta. Entonces sabemos para qué vivimos y hacia dónde vamos.

No es poca cosa darle sentido a mi caminata por este mundo. Uno empieza a mirar el futuro, no solo con los cálculos humanos, cuando nosotros decimos "bueno mi futuro va a seguir y vamos, según me salgan las cosas", es empezar a mirar el futuro con la esperanza, acompañados con la esperanza y la confianza en un Dios que resucitó a su Hijo. No es lo mismo construir el futuro y mirar para adelante cuando sabemos que JESÚS RESUCITÓ.

Y como sabemos eso empezamos a descubrir que hay brotes de resurrección a nuestro alrededor. ¿Qué hay? Donde parece que todo es oscuridad, a la luz de la Palabra empezamos a descubrir el sentido de las cosas que hasta ese momento, como le pasó a los apóstoles, como le pasó al pueblo de Israel, empezó a ver su historia a la luz de Dios y empezó a descubrirlo en esa historia. Y nosotros también, a la luz de la Palabra, a la luz del Resucitado, empezamos a descubrir el significado de las cosas y muchas veces cuando esas cosas son oscuras, por ahí aparece esa luz, esa fuerza de la Resurrección que nos hace descubrir ¿Por dónde vamos? ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué camino tomar? Empezamos a descubrir que hay brotes de resurrección, ahí donde parece que toda la oscuridad que no tenía vuelta, todas estas cosas, ni las personas, ni los acontecimientos, y de golpe...aparecen cosas nuevas. Nos ha pasado a todos y cuando uno dice el camino de mucha gente, de muchas personas que de golpe empiezan a tener luz en su vida y se dice ¿qué pasó aquí?

Empieza a cambiar nuestra vida porque empezamos a creer que realmente Dios nos ama. No es poca cosa. Dios nos ama, Dios no es un Dios lejano, es un Dios que dio la vida por nosotros. No hay mayor amor que dar la vida por el otro. Ustedes son mis amigos, dice Jesús. Un Dios que dio la vida por mí, entonces caminar por la vida sabiendo que hay un Dios que dio la vida por mí, que está vivo, que camina conmigo, que se preocupa día a día, cotidianamente de mi camino, de lo que me pasa y la fuerza de la resurrección que está en nosotros, y saber que el amor es más fuerte que el odio.

A veces cuando parece a nuestro alrededor que las cosas están cada vez peor, que la gente está cada vez más dividida, lejana, más en guerra, en todo lo que sea. Y uno una y otra vez dice, yo sé que a pesar de esto, el amor va a vencer. ¿De dónde nos viene esa certeza de haber resucitado si no la tendríamos? Saber que la muerte no tiene la última palabra, que la vida tiene la última palabra, que es el Dios de la historia, nuestro Dios quien tiene la última palabra en la historia. Necesitamos acompañar un camino, un futuro y sabemos cómo esto va a terminar cuando Dios sea todo en todos. Esto es gracias a la resurrección, a esto que queremos, el bien va a vencer al mal, por más que a veces nos atropelle de tal manera el mal que no vemos salida.

Pero una y otra vez el cristiano es el que cree en la resurrección. Empieza a decir, no, va a llegar el momento y que todo esto va a desaparecer. Donde el bien va a triunfar, donde la vida va a triunfar, porque es imposible que un Dios se ha dado la vida por nosotros vaya a dejarnos después en el camino, vaya a dejarnos en la miseria, en el dolor, con heridas. Es un Dios que permanentemente está buscando que tengamos vida. Entonces, si es un Dios que permanentemente está buscando que tengamos vida, es imposible que nos deje en la mala, y que esto no sea para siempre.

Uno se resiste y se resiste por dentro a que las cosas no se transformen. ¿Por qué? ¿Por qué esa tozudez que muchas veces tenemos? Porque tenemos ya todo, la convicción de que Él puede hacer nuevas todas las cosas, de que las cosas se van a transformar y que no bajamos los brazos y que buscamos una y otra vez en camino. Esa es la fuerza de la resurrección.

Desde el momento que se desencadena el proyecto de Dios en su Reino, no para. Y vamos descubriendo por acá, por allá, en aquellos lugares menos pensados, empieza a aparecer. Esa fuerza de la resurrección, el proyecto de Dios, sigue para siempre, hasta el fin de los tiempos, y se va a cumplir. Y nosotros somos servidores de ese proyecto. ¡Tú y tú! Porque uno lo viene preparando, para encontrarnos con este día, con esta resurrección, con este querer crecer en la fe y en la generosidad y ser mejores cristianos, lo venimos preparando en todo este tiempo de Cuaresma, algo hemos logrado, uno se siente al fin habiendo sacudido, tal vez no todo lo que tendremos que sacudir en nuestro corazón, pero muchas cosas van quedando en el camino, porque empezamos a descubrir por donde va lo verdadero que le tenemos que dar la vida, lo que realmente importa. Ese es el camino que hemos hecho en Cuaresma, estamos celebrando a Aquel que hizo posible nuestra felicidad, nuestro futuro.

Y creemos todo esto. No es cuestión de argumentos. Nadie vio a Jesús resucitar, vio las consecuencias de la resurrección, se encontró con ellas, pero en el momento de la resurrección las mismas mujeres no lo reconocieron, los discípulos de Emaús tampoco, es decir, ¿quién lo encuentra? ¿Cómo encontramos a Jesús en nuestro camino? Esto es cuestión de amor, no es cuestión de argumentos. Yo te puedo decir, todo esto y vos decís, bueno, pero a mí no me cambia un pelo, no me cambia nada en mi vida. Bueno, abrí tu corazón, porque reconocer a Jesús resucitado es cuestión de amor. Y eso es lo que tenemos que ir creando y haciendo crecer en nuestro corazón, pedir que Él, siempre, un poco más, vaya ocupando esos lugares en nuestro corazón, que se lo damos a tantas cosas. Y entonces vamos a empezar a tener esa experiencia que tuvieron los apóstoles, que estaban con Él, que Él los había dejado solos.

Pascua es esto, Pascua es un ensanchar el corazón para que sea más en nosotros. Damos gracias por este camino recorrido y le pedimos que esta fuerza de la resurrección cale hondo en nuestras comunidades, en nuestra vida, en nuestras familias, que realmente lo demás nos encuentre con otra cara, a pesar de los dolores, de los sufrimientos, de las pérdidas en el camino. Pero sabemos, como decía al principio, hacia dónde vamos, cómo tenemos que vivir y eso nos da una fuerza que solamente Él nos la puede dar.

Agradecemos en esta noche su Resurrección, su vida, su amor por nosotros y nos comprometemos a ser cristianos bautizados, que caminan por la vida resucitados.