LA VIDA CONSAGRADA COMO MÍSTICA, MISIÓN Y PROFECÍA

08.02.2023

La Confederación Latinoamericana de Religiosos escribe un mensaje a los religiosos de América Latina y el Caribe en la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.

Sebastián Sansón Ferrari - Vatican News

A partir del Evangelio de la liturgia del 2 de febrero, Fiesta de la Presentación del Señor y Jornada Mundial de la Vida Consagrada, la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR) articula su reflexión dedicada a los consagrados del continente. Toma la figura de Ana, la profetisa, la mujer y creyente, y afirma que "es la mujer que permanece, que resiste, que persevera, que no se da por vencida. Es la que revestida de fidelidad y movida por el amor, se atrinchera en el Templo, en el lugar de la memoria y del encuentro".

La CLAR sostiene que "también hoy nos maravillan las mujeres que oran y sirven. Las que no aparecen, pero desde el anonimato sostienen la esperanza de quienes se les acercan". "Resistiendo, acompañándose unas a otras, soñando con un futuro mejor. Y sabemos, porque lo hemos visto tantas veces, que estas "Anas" de nuestros días no se desgastan en lamentaciones, levantan la cabeza, sostienen con entereza la mano frágil de aquellos a los que aman y acompañan, se abren camino por entre la incertidumbre, vencen el miedo y entonan con fe un canto indignado, resistente y esperanzado, aferradas al Dios que las sostiene, al mismo que en las noches espesas de la vida es su única luz", agregan.

Para los religiosos de América Latina, "Ana es sin duda una 'Mujer del Alba'" (lo dicen en alusión al horizonte inspirador del trienio 2022-2025, que fue elegido el año pasado). Agradecen el don de su vocación, "la fe que permanece, a la resistencia osada, la terca esperanza, la fecunda ofrenda de quienes reconocen que su vocación es ser en el tejido eclesial: mística, misión y profecía".

Junto a ella, la CLAR se siente llamada a "buscar con insistencia a nuestro Dios"; "permanecer como amigos de nuestro pueblo"; "gustar las presencias de Aquel que sacia nuestros anhelos"; "insistir en la utopía de lo comunitario" y "ofrecer nuestro servicio cotidiano, como parábola del Reino y expresión de comunión".

La Vida Consagrada del continente reza para que María de Nazareth, la mujer que le dio plenitud a estos cinco verbos (buscar, permanecer, gustar, insistir y ofrecer) les dé la gracia de vivir con sentido, alegría y radicalidad su vocación.