PARA AMAR, SERVIR Y ANUNCIAR: ALEJANDRO Y LUIS FUERON ORDENADOS DIÁCONOS

14.06.2022

La Solemnidad de la Santísima Trinidad fue celebrada con gran solemnidad en la Catedral de Florida al ordenarse diáconos permanentes Alejandro Percovich y Luiz Trezza. Rodeado de familias, amigos, comunidades y movimientos en los que han crecido, estos cristianos dieron el SI definitivo al llamado de Jesús.

El Obispo expresó en la homilía: "El diaconado permanente es una riqueza para la misión de la Iglesia. El llamado de ustedes es para poner al servicio de la misión que nos dejó Jesús, que dejó a su Iglesia. Que los hombres conozcan a Dios y que vivamos una plena comunión entre nosotros, que fomenten el encuentro y así darnos a los demás."

"El diaconado permanente es ser discípulos-misioneros, mirando a Jesús servimos. Una cosa fundamental para ustedes es el contacto permanente con Jesús servidor, para ir aprendiendo del Maestro ese estilo de vida. Lo que hoy reciben es más que un don, es una experiencia de vida. Y eso es lo que tenemos que transmitir los cristianos."

"Mirando a Jesús servidor verán que lo primero es el amor y la obediencia al Padre. Después verán la compasión que Jesús tiene con los que sufren. Verán la cercanía que Él tiene con los pobres. Todo esto en sus corazones, ustedes que quieren reflejar la Trinidad. En este ministerio el modelo es Jesús, que vino a servir y no a ser servido. Por eso pedimos que sean fieles y tengan un ministerio fecundo y que el Buen Dios lleve a término esto que ha empezado en ustedes. Sean apóstoles en la comunidad, que es el centro de nuestra vida, porque Dios es comunidad y comunión. Sean apóstoles en sus familias, en la sociedad.

"Los diáconos participan de una manera especial en la misión y la gracia de Cristo (cf LG 41; AG 16). 

El sacramento del Orden los marco con un sello («carácter») que nadie puede hacer desaparecer y que los configura con Cristo que se hizo "diácono", es decir, el servidor de todos (cf Mc 10,45; Lc 22,27; San Policarpo de Esmirna, Epistula ad Philippenses 5, 25,2). 

Corresponde a los diáconos, entre otras cosas, asistir al obispo y a los presbíteros en la celebración de los divinos misterios sobre todo de la Eucaristía y en la distribución de la misma, asistir a la celebración del matrimonio y bendecirlo, proclamar el Evangelio y predicar, presidir las exequias y entregarse a los diversos servicios de la caridad (cf LG 29; cf. SC 35,4; AG 16)." 

Catecismo de la Iglesia Católica, 1570.