Pbro. Gabriel González: Quizás aquí estamos ante las páginas más exigentes del Evangelio

19.02.2023

Tomado literalmente esto de amar a los enemigos, de rezar por los perseguidores, parece que humanamente fuera algo imposible de realizar, algo muy difícil. 

Aunque vivimos en una realidad que está sembrada de discordias y muchas veces de odio, de enfrentamientos, donde la paz y la serenidad poco se encuentran, lo vemos a todos los niveles, a nivel mundial, a nivel nacional, también a nuestro nivel personal muchas veces, aún así nos costaría mucho, si alguien nos preguntara quienes son nuestros enemigos nos costaría mucho identificar a alguien realmente como enemigo, al menos el concepto ese que tenemos de enemigo, si bien, como digo, hoy en día vemos un mundo totalmente enemistado, con mucho conflicto, con mucho odio muchas veces. 

Nosotros rechazamos un poco esta palabra, nos cuesta pensar que alguien sea realmente enemigo, sin embargo enemigo es todo aquel que de alguna manera crea en nosotros un mal sentimiento, es aquel que entendemos que de alguna manera nos hace un mal, aquel que no nos quiere bien, el enemigo es aquel que quizás habló mal de nosotros, que nos causó un daño concreto, que nos envidia, que dice algo que no corresponde, que nos fastidia, aquel con el cual no nos sentimos muy cómodos y que lo quisiéramos lejos siempre, ese es el que Jesús nos dice que tenemos que amar. 

Justamente nos dice que lo tenemos que amar porque generalmente esa persona provoca en nosotros sentimientos que nos alejan de Dios, porque provoca en nosotros cierto fastidio, porque puede provocar en nosotros cierto rencor, cierto deseo de venganza o hasta ira u odio, y esos no son buenos sentimientos, esos no son sentimientos que nos hacen ser perfectos como nuestro Padre del Cielo es perfecto, y nuestra moral es una moral de perfectos, hemos sido creados a imagen y semejanzas de Dios para ser como Dios, por eso el camino de nuestra salvación es un camino de perfección, no lo salvamos por ser mediocre, lo salvamos por ser perfectos, por caminar hacia esa perfección. 

Nadie puede ser perfecto si en su corazón no hay paz, porque en un corazón que no hay paz no hay felicidad, en un corazón que no hay paz no hay plenitud, en un corazón que no hay paz no hay posibilidad de salvación, de redención, por eso generalmente el enemigo es aquel que nos domina, nos domina porque pone en nosotros sentimientos que nos alejan de Dios, pone en nosotros sentimientos que nos quitan la paz, que nos quitan la seriedad, por eso cuando Jesús nos dice que hay que rezar por aquellos que nos persiguen, amar a nuestros enemigos, nos está diciendo que debemos liberarnos de esos sentimientos que muchas veces son unos problemas, que no quiere decir olvidarnos, que no quiere decir que yo termine siendo amigo de aquel que me hace daño, ni que le tenga un amor fraterno como le puedo tener a una persona que realmente amo o familiar, simplemente me está diciendo que tengo que limpiar mi corazón de esos malos sentimientos, tener la capacidad de perdonar y tener la capacidad de misericordia. 

Siempre el ejemplo que tenemos en este camino de perfección es el de Jesús, le dimos luego de todo su padecimiento, de todo ese suplicio que vive en su camino hacia la cruz, la única palabra que sale de su boca es una oración al Padre al interceder por aquellos que le habían hecho daño: "Padre perdónanos porque no saben lo que hacen·". 

Es el ejemplo más claro de alguien que es capaz de no abrigar ningún sentimiento negativo en su corazón a pesar de que toda la realidad es negativa, a pesar que lo rodea toda una situación de odio contra él, sin embargo en su corazón habita solamente la misericordia, el perdón y la intercesión ante Dios por eso que le hacen. 

Ese es el ejemplo pleno de lo que debe ser el modo de actuar cristiano, no la revancha, no la violencia, no aumentar esa espiral de violencia, no devolver con la misma moneda y seguir perpetuando en nuestra sociedad las situaciones de conflicto, de odio y del enfrentamiento que ya hay de sobra, sino como cristianos responder de otra manera, vencer al enemigo a través de esa capacidad de perdonar. Nada de esto del ojo por ojo y diente por diente, de tener esa actitud de misericordia ante el mal ajeno, que no quiere decir tampoco ser débil, no quiere decir tampoco dejarnos pasar por arriba ni dejar que nos hagan el mal. Tenemos que poder defendernos pero no con las armas del mundo, sino tener también en nuestro corazón, la capacidad de no dejarnos dominar por los malos sentimientos a pesar del mal que nos puede rodear. 

Tarea difícil, es para perfectos: "sean perfectos como nuestro Padre es perfecto", y sabemos que esa perfección nunca la vamos a lograr porque nunca vamos a ser perfectos como Dios, pero es un camino en el cual debemos ir transitando, debemos ir ascendiendo y debemos por nosotros mismos, por nuestro bien ir llenando nuestro corazón de esa capacidad de reconciliación, de perdón, de misericordia, que es la que nos trae la paz, que es la que nos trae la serenidad, que es la que nos trae la felicidad, que en definitiva es la que nos trae nuestra salvación.